“Tenemos la suerte de estar con ella. Es una bendición”. Néstor Fabio Toranzo es uno de los centinelas de la Inmaculada Concepción. Se los conoce como los “Hijos de María” y son los responsables de transportar la imagen cada vez que sale del templo. “Es un grupo que se armó hace tiempo y se reunió por vocación. Con tanta gente que quiere tocarla y cargarla es una bendición para nosotros llevarla”, confesó Toranzo.

Ayer, el concepcionense y sus compañeros postergaron sus obligaciones laborales y las responsabilidades familiares para cuidar a la Virgen. Pero esta vez se trató de una ocasión especial. Los “custodios de María” fueron los encargados de reunir a su “Patrona” con Nuestra Señora de La Merced. El encuentro se produjo en la Basílica de calle 24 de Septiembre y desde allí partió la procesión hacia la Ciudad Eucarística del hipódromo.

“Arriba Concepción. Arriba las banderas. Despertemos a los de la capital”, alentó una voz entre el paso de los peregrinos. En ese momento, el ánimo de un centenar de devotos del sur provincial se encendió, lo que generó un clima de entusiasmo. Los fieles cruzaban la Catedral, rumbo a la Basílica, acompañando a los “centinelas de la Virgen”. Se habían trasladado desde Arcadia, Gastona y Concepción, entre otras localidades. “Traer a la Madre hasta aquí es emocionante y gratifica”, sostuvo Toranzo.

En el interior de la Basílica los visitantes pudieron venerar ambas imágenes durante una hora. Mientras tanto, los peregrinos compartían platos de comida y descansaban del viaje. Los cánticos seguían adornando la siesta.

“Se trata de una manifestación de fe muy grande. Es algo hermoso, un estímulo. Sin dudas, se ve la piedad, la devoción y la religiosidad de la gente”, destacó Camilo Santiago Zamorano, párroco de Arcadia, quien compartía la mesa junto con pobladores de Gastona Sud.

“Nos encontramos en la ruta para venir juntos, para agradecer y pedirle a la Virgen que nos acompañe y que derrame toda su bendición en nosotros”, dijo, por su parte, Elida Albornoz, de la capilla San Isidro Labrador.

Entre tanta celebración grupal se manifestaron muchas expresiones personales de fidelidad y agradecimiento. Fue el caso de Silvia González. Ella es la responsable del templete del Divino Niño, construido en la ruta provincial 328, a la altura del kilómetro 17. “Es una gruta y está en mi casa. Allí rezamos los días 12 de cada mes, pero el primer domingo de agosto organizamos la misa, la procesión y un chocolate para todos los visitantes”, contó Silvina, de 50 años.

La gruta fue instalada en 2000, luego de que González sufrió un accidente de tránsito sobre la misma ruta y permaneció durante 72 horas en estado de coma. Un coágulo sanguíneo se le había formado en el cerebro. “El médico decía que no había probabilidad de vida. Todos habían pedido por mí al Divino Niño y al Señor: madre, mi hermana Graciela. Una día, ese coágulo desapareció”, contó.

Visitantes

Dora Dilollio y Silvia Echechurre habían llegado desde la capital de Formosa bien temprano. Dejaron sus bolsos y maletas y, junto con un gran grupo de coterráneas, se sumaron a la previa del Congreso Eucarístico La Merced.

“Llegamos con una felicidad inmensa. Agradecemos a Dios y a María Santísima por estar en esta querida provincia”, dijo Dilollio. Contó que la delegación formoseña está conformada por 170 peregrinos. “Esperamos encontrar en el Congreso la felicidad que sólo el Señor nos da”, enfatizó.

El clima de fiesta se extendió hasta el final de la procesión. El desfile de la orquesta del colegio Nuestra Señora de La Merced, encabezado por su directora, la Hermana Amelia Berta Povalej, los cánticos, las alabanzas y el cotillón habían guiado los pasos de los fieles a lo largo de la calle 24 de Septiembre y por la avenida Benjamín Aráoz.

La Virgen de la Merced y la Inmaculada Concepción ingresaron a un Hipódromo colmado, donde los fieles las recibieron con pañuelos y banderas en alto. Después fue el momento de la esperada misa.

El ritmo de los jóvenes congresistas 
Ellos aportaron el entusiasmo durante la peregrinación hacia la Ciudad Eucarística del hipódromo. En grupos, algunos identificados con pañuelos de un color determinado, la masa juvenil acompañó con cantos y alguna coreografía el desplazamiento de las imágenes desde la Basílica de La Merced. “Es emocionante el inicio de la jornada. Estamos viviendo este momento llenos de alegría”, celebró Yamina Hollaiban, de 20 años. “El papa Francisco nos alienta a que hagamos mucho lío, con alegría. Eso nos ha entusiasmado para que contagiemos a nuestros padres, a todas las familias”, añadió.
gran expectativa de los visitantes
La participación de fieles de otras provincias es uno de los sellos distintivos del Congreso. “Queremos compartir la fe, que sea un momento fuerte para que se restablezca la fe del pueblo, un momento muy esperado (...). Este es un buen momento para escuchar a Dios y escucharnos más entre nosotros, para poder vivir en justicia y en verdad, como dice el himno del Congreso Eucarístico”, comentó una religiosa llegada de la diócesis de Añatuya (Santiago del Estero).
Un viejo reclamo 
“Que se haga justicia”, enfatizó un sacerdote mientras pasaba frente a los familiares de víctimas de la impunidad, organización encabezada por Alberto Lebbos, padre de Paulina.
El ritmo de los jóvenes congresistas 
Ellos aportaron el entusiasmo durante la peregrinación hacia la Ciudad Eucarística del hipódromo. En grupos, algunos identificados con pañuelos de un color determinado, la masa juvenil acompañó con cantos y alguna coreografía el desplazamiento de las imágenes desde la Basílica de La Merced. “Es emocionante el inicio de la jornada. Estamos viviendo este momento llenos de alegría”, celebró Yamina Hollaiban, de 20 años. “El papa Francisco nos alienta a que hagamos mucho lío, con alegría. Eso nos ha entusiasmado para que contagiemos a nuestros padres, a todas las familias”, añadió.

Gran expectativa de los visitantes
La participación de fieles de otras provincias es uno de los sellos distintivos del Congreso. “Queremos compartir la fe, que sea un momento fuerte para que se restablezca la fe del pueblo, un momento muy esperado (...). Este es un buen momento para escuchar a Dios y escucharnos más entre nosotros, para poder vivir en justicia y en verdad, como dice el himno del Congreso Eucarístico”, comentó una religiosa llegada de la diócesis de Añatuya (Santiago del Estero).

Un viejo reclamo 
“Que se haga justicia”, enfatizó un sacerdote mientras pasaba frente a los familiares de víctimas de la impunidad, organización encabezada por Alberto Lebbos, padre de Paulina.